Una explosiva y trepidante mezcla de suspense y amor,
personajes bien definidos y una trama bien hilada. Karen Rose está posiblemente
llamada a convertirse en la reina del suspense romántico.
Kristen Mayhew es una de las mejores abogadas de la fiscalía
de la ciudad de Chicago, pues se toma cada caso y cada víctima de forma muy
personal. Y es que la propia Kristen no es ajena al dolor y sufrimiento de las
víctimas, debido a una traumática experiencia pasada que, además, le llevó a
convertirse en abogado. Ahora se enfrenta a un asesino que se llama a sí mismo
«su humilde servidor», que parece conocer todos sus movimientos, que la observa
y que se ha erigido en su vengador, acabando con aquellos criminales que ella
no consiguió encerrar ante un tribunal.
Abe Reagan es el detective de homicidios recién incorporado
que lleva el caso y el responsable de descubrir y detener al -vengador-, que
con sus primeras actuaciones se ha ganado el favor popular. Él será el único
que pueda protegerla cuando se hacen públicos las particularidades del caso y
el papel que juega Kristen en todo ello.
Entre Abe y Kristen surge una atracción que ninguno de los
dos esperaba o deseaba, y es que el detective Reagan también ha sufrido
bastante, se culpa de la muerte de su esposa, que recibió un disparo que iba
destinado a él y murió después de pasar cinco años en estado vegetativo. Sin
embargo, no tarda en descubrir que la reputación de Kristen, a quien apodan la
reina de hielo, por su frialdad fuera del tribunal, es inmerecida y que en
realidad esconde un pasado muy doloroso.
Mientras ambos trabajan en el caso, se van uniendo tanto
física como emocionalmente. Y no tardan es darse cuenta de que cualquier
conocido de Kristen puede ser una víctima en potencia... y todo apunta a que el
«vigilante» se mueve como pez en el agua dentro del entorno de Kristen.
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